La trata de personas crece sin freno en Perú


20.07.2018 por Sputnik

Durante 2017, se registraron en Perú 1.433 denuncias de trata de personas, 300 más que las del año anterior, según un informe publicado por el Ministerio Público (fiscalía general) que marca el crecimiento sostenido de esta forma de explotación humana.

"Lo que publica el Ministerio Público solo corrobora una tendencia que se viene presentando hace muchos años, desde que se promulgó la ley contra la trata de personas en 2007", dijo a Sputnik el director ejecutivo de la organización Capital Humano y Social Alternativo, Ricardo Valdés, especializado en el estudio de estos delitos.

El informe del Ministerio Público también indica que en 2017 se rescataron 1.299 víctimas, lo que lleva a preguntar por qué es tan alta la incidencia de la trata en este país sudamericano.

"Perú es un país tremendamente informal, y al tener una situación de informalidad se reduce el riesgo en la comisión del delito porque no hay control. Por otro lado, somos un país con un altísimo nivel de corrupción, y no me refiero a la alta corrupción sino a la pequeña, donde un policía puede dejar pasar un vehículo con un menor captado, por poca cantidad de dinero", explicó Valdés.

Otro factor que contribuye a la fuerte presencia de este delito es la alta tolerancia social, que se manifiesta en muchos casos de explotación sexual, tanto de menores como de adultos, sobre todo de mujeres.

"Se confunde la trata con la prostitución, y el "parroquiano" que acude donde una prostituta no hace diferencia entre ambas situaciones, las tolera", afirmó el especialista.

La trata se define como la captación, transporte, traslado, retención y acogida de personas, dentro del territorio o para su salida o entrada del país mediante violencia, amenaza, engaño, coacción o abuso de poder con diversos fines de explotación, según la ley, que penaliza el delito con reclusión de entre ocho y 15 años.

La trata puede tener como fin alguna forma de explotación sexual, pero también la mendicidad forzada, los trabajos forzados, la servidumbre, la esclavitud o prácticas laborales análogas, la extracción de órganos o tejidos humanos, la venta de niños, entre otros.

La norma también define el tráfico ilícito de migrantes y le fija penas privativas de la libertad de entre cuatro y seis años.

La impunidad también es elevada en Perú.

De cada 100 imputados por el delito de trata, solo seis son condenados, según cifras de Capital Humano y Social Alternativo.

Esta impunidad es otro factor que promueve el delito, pues el delincuente "confía" en que el sistema judicial lo va a amparar, por medio de la corrupción, añadió Valdés.

Mientras, el perfil recurrente de la víctima no ha variado mucho en el tiempo.
Se trata mayoritariamente de personas menores de 18 años, mujeres, con una situación económica precaria, y en general captadas por las redes delictivas para fines de explotación sexual.

Recientemente se registró un aumento de casos de explotación laboral, en la que tiene presencia la población masculina, pero no es mayoritaria.

La captación de la víctima suele seguir la misma modalidad: el ofrecimiento de una oferta de trabajo, el desarraigo del lugar origen, la retención bajo amenaza violenta y la consecuente explotación.

Esto implica una situación similar al delito de secuestro, y en eso la legislación peruana fue tardía, pues antes de generarse el marco legal, la persecución de este delito estaba a cargo de la División Antisecuestros de la Policía, mientras ahora cuenta con una división especializada.

Lima en alerta roja

Las redes de trata se despliegan también acorde a la geografía peruana, signada por el aislamiento natural de la Cordillera de los Andes que divide como una gran muralla las regiones occidentales de la costa y sierra, con la oriental de la selva.

La vocera contra la criminalidad del Ministerio Público, Lucía Nuñovero, dijo al diario El Comercio que "hemos identificado que los mercados a los que responde la trata son concretos. En Loreto (norte, selva), las víctimas son llevadas a las ciudades de la costa para explotarlas; en Madre de Dios (sur, selva), son traídas de Puno y Cusco (sur, sierra) para explotarlas en 'prostibares' que funcionan con la minería ilegal".

Si bien la selva es frecuentemente identificada con la trata por su desconexión geográfica del resto del territorio, esta es una percepción que no se condice con las cifras.

"Aunque no se crea, Lima es la ciudad que presenta la mayor cantidad de víctimas; si sacamos la tasa por la cantidad de población, esta es reducida; en cambio si yo me voy a Madre de Dios, esta tasa será alta porque la población es pequeña", explicó Valdés.

La tasa de víctimas de trata en Madre de Dios (uno de los departamentos donde este delito tiene gran presencia) es de 101 personas por cada 100.000 habitantes, mientras que en Lima es de 3,18 personas por cada 100.000 habitantes, dicen los números del Ministerio Público.

Sin embargo, Madre de Dios tiene una población de 110.000 habitantes, muchísimo menor a los 8,5 millones de Lima.

En Perú, el tratamiento que reciben las víctimas rescatadas empeora su situación, pues muchas de ellas van a parar a reformatorios de menores por una cuestión de insuficiencia logística en los centros de albergue, que están a cargo de los gobiernos locales y no del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, como sería esperable.

Las políticas de educación e información sobre género y sexualidad, un factor central para prevenir la captación de víctimas, a menudo son bloqueadas por grupos conservadores políticos y religiosos que rechazan la educación sexual, la formación en derechos sexuales y reproductivos y la distribución de métodos anticonceptivos.
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