La trata de personas se ha convertido en un delito mundial que convoca la participación de países y organizaciones internacionales, y lamentablemente el Perú no escapa a esa realidad. Por eso hay que saludar que el Congreso ratificara el acuerdo entre el Perú y Colombia, firmado en el 2015, para la prevención, investigación, persecución del delito de trata de personas y para la asistencia y protección a sus víctimas.
05.05.2018 por El Peruano
Es fundamental que los países de la región unan esfuerzos en la lucha contra este flagelo, pero más importante aún para el Perú es que esta asociación se pueda consolidar con las naciones fronterizas, especialmente con Colombia, con la que hemos alcanzado un alto grado de integración, política económica, comercial y fronteriza, pero también la amenaza de delitos comunes, como el tráfico de drogas, la tala ilegal, la trata de personas, así como el terrorismo.
En el debate en el Legislativo, la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, Luz Salgado, dijo que la trata en las fronteras aumentó de 298 a 1,194 casos, lo que obliga a reforzar la vigilancia, que debe incluir la revisión de los buses en los que pueden viajar adultos con menores indocumentados.
A raíz del asesinato de tres periodistas y el secuestro de una pareja en Ecuador perpetrados por un grupo de disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que no acepta el acuerdo de paz con el Gobierno de Bogotá, acabamos de enterarnos con preocupación de la presencia de activistas de este grupo armado en la zona del Putumayo, en la frontera con el Perú, donde difunden su violenta ideología y tratan de enrolar a jóvenes peruanos en su lucha.
En esta misma zona también conviven desde hace muchos años el tráfico de drogas y la tala ilegal, un entorno que agrava la inseguridad y hace vulnerables a los jóvenes y adolescentes, que pueden ser seducidos o simplemente secuestrados por estos delincuentes para ponerlos a su servicio.
Solo un dato adicional en este punto, el 19% de los 1,809 presos extranjeros que existen en cárceles peruanas son colombianos, constituyéndose en la primera nacionalidad externa tras las rejas, la mayoría por tráfico ilícito de drogas.
A ello se agrega la prostitución, que ha traspasado los pueblos de frontera para asentarse en las grandes ciudades, multiplicando con ello las posibilidades de que mujeres y menores de edad puedan ser traídos con engaños, como sucede con las peruanas en Madre de Dios.
Un activo fundamental del acuerdo entre el Perú y Colombia es que no se agota en las buenas intenciones, sino que establece mecanismos concretos para convertirse en una herramienta de trabajo en la lucha contra la trata de personas y la explotación de los migrantes.
Propone elaborar un plan binacional de trabajo y establece una comisión de monitoreo, integrada por diversos ministerios, cuyos representantes serán responsables de supervisar el cumplimiento de los acuerdos previstos en el plan.
Además del acuerdo con Colombia, se acaba de firmar un pacto parecido con Bolivia y Argentina, y con seguridad vendrán más con otras naciones. Es urgente que todos nos unamos en esta lucha. Unidos hacemos la fuerza.