Estado y empresa privada contra el trabajo infantil


Más de un millón de niños están en riesgo porque tienen que trabajar. Patricia Curo y Jhonatan Tesen lo saben bien, con la ayuda social cambiaron las calles por la escuela y ahora realizan estudios técnicos. A la fecha, 45,000 menores son asistidos por la actividad privada, en coordinación con el Estado.

Jhonatan Tesen y Patricia Curo Díaz tienen en la actualidad 19 años de edad. Cuando eran niños, compartieron las calles de Lima porque tenían que trabajar. Cargar sacos en los mercados, ayudar en los puestos de venta, preparar comida o vender sujetadores de cabello fueron algunas de las actividades que realizaron.

Pero la escasez económica no logró que estos jóvenes se apartaran del sueño de terminar el colegio primero, y luego estudiar una carrera técnica.

Debido a las becas que les facilitó la Fundación Telefónica, ambos se encuentran a escasos meses de concluir con su formación profesional. Él la carrera de sistemas de telecomunicaciones y ella, computación.

Como ellos lo hicieron en su momento, este año alrededor de 45,000 estudiantes de primaria y secundaria  de 19 regiones del país están dejando las calles para pasar más horas en la escuela, debido a que forman parte del Programa Social para la Infancia de la fundación.

Las historias

Cuando tenía 7 años, Jhonatan decidió comenzar a trabajar para ayudar a su madre y a sus hermanos. Su padre, Miguel Tesen, se enroló en la larga y lamentable lista de hombres que abandonan a sus familias.

Comenzó a laborar en un mercado de Comas limpiando los puestos de los vendedores, haciendo mandados y cargando bultos. Trabajaba varias horas por menos de 5 nuevos soles.

¿Cuál era tu mayor temor en ese entonces? Le preguntamos. Sin pensarlo mucho, respondió: “Dejar la escuela”. Este muchacho, forjado en el dolor, siempre tuvo en claro que sin estudios es imposible salir de la pobreza.

El caso de Patricia Curo no es muy distinto. Sus padres vinieron de Huancayo hace años y, desde pequeña, ella supo lo que era pasar hambre. “La mayoría de las veces teníamos que contentarnos con lo que nos daban en el comedor popular.”

La agobiante situación económica de los Curo hizo que Patricia empezara a trabajar desde los 9 años en el mercado de Puente Piedra vendiendo ganchitos para el cabello o ayudando a los comerciantes.

 Para ella, el mayor riesgo que corren los niños trabajadores es que sean abusados por los adultos. “He tenido amigas  a las cuales los comerciantes las invitaban a salir. A mí una vez me insultaron porque se me cayó un plato de comida.”

Ayuda

Elena Pila Laviste, representante de la Fundación Telefónica ,  explicó que el Programa Social para la Infancia tiene como finalidad luchar contra el trabajo infantil mediante  la escolarización.

La fundación apoya a estos niños con mochilas, libros y útiles de estudio.
 También se les proporciona apoyo psicopedagógico para determinar en qué áreas educativas tienen dificultades y se les imparte clases de reforzamiento. 

Luego, cuando salgan de la escuela, pueden postular a becas de formación técnica por intermedio de un programa para jóvenes.

Actas de compromiso

Elena Pila dijo que la labor de asistencia a los menores empieza por efectuar un análisis estadístico, a partir de los datos del INEI respecto a las zonas que presentan bolsones de  niños trabajadores.

“Ubicamos las escuelas nacionales (con la autorización expresa del Ministerio de Educación) y convocamos a los padres de los escolares que trabajan. Les hablamos del programa y firmamos con ellos un acta de compromiso mutuo.”

Mediante ese acuerdo, que es anual, los padres se comprometen a enviar a sus hijos a la escuela regular, y  a matricularlos en los talleres de la fundación. Debido a este sistema, muchos niños han dejado de laborar.

“Ellos concurren a la escuela regular y, en la tarde, nos aseguramos de que no trabajen y que usen esas horas en adquirir otras competencias en los talleres.”

Datos

Se estima que en el país 1. 15 millones de menores, cuyas edades fluctúan entre los 6 y 17 años, realizan actividades productivas, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares 2011.

Las estadísticas revelan que el 21.1% de los niños trabajadores comparte  sus labores con la escuela. Se estima que las labores que efectúan los adolescentes cubren aproximadamente el 21.7% del presupuesto familiar.

El ingreso prematuro al trabajo es una de las principales causas de la pobreza, en la medida en que genera pérdida de oportunidades para los niños y es una violación a sus derechos.


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