Violencia sexual al extremo


Un estudio realizado por el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), en el distrito de Mazán de la región Loreto, comprobó que el 79 por ciento de mujeres fueron víctimas de violencia sexual.

El 72 por ciento de las encuestadas reveló que los actos contra su integridad se efectuaron cuando tenían entre 14 y 17 años y un 68 por ciento cuando eran menores de 18 años.

De las agresiones, un 35 por ciento significó violación, un 23 por ciento tocamientos indebidos y un 10 por ciento explotación sexual comercial.

Jaris Mujica, responsable de esa investigación, dijo que la Amazonía es uno de los lugares de mayor impacto de violencia sexual, escasa presencia del Estado y alta tasa de embarazo adolescente, por lo que Promsex realizó en esa zona el estudio Estimación del impacto y prevalencia de la violencia sexual contra mujeres adolescentes.

Un dato relevante tiene que ver con la impunidad para quienes cometen estos delitos. El 97% de violaciones no fueron denunciadas, pues las víctimas no tienen ante quién acudir y deben callar y consentir el abuso. Este patrón se repite en otras regiones del Perú.

EMBARAZADAS

El estudio que arroja cifras realmente preocupantes, señala que el 56 por ciento de adolescentes entre 14 y 17 años resultaron embarazadas producto de las violaciones. “La violencia aparece aquí en una situación recurrente de alta victimización, de alto impacto, pero que no aparece solamente en la violación, sino que aparece en una cadena, una línea histórica”, señala Mujica. 

“Los datos de campo indican que solamente el 39% de la primera relación sexual declarada por las mujeres de la muestra ha sido consentida o producida sin que medien condiciones como la violencia, la coacción, el engaño. El 61 por ciento de la primera relación sexual está asociado a alguna forma de violencia, de manera que este fenómeno aparece como un elemento regular y no como un asunto marginal”, sostiene el especialista.

El estudio indica, asimismo, que en el 72 por ciento de casos, los agresores son personas del entorno personal y familiar de la víctima y un 21 por ciento se trata de algún amigo, profesor o vecino. Solo en el siete por ciento se trató de desconocidos.

Mazán es un pequeño pueblo de Loreto que cuenta con trece mil habitantes, donde hay un fuerte movimiento comercial relacionado al petróleo y la madera, por lo que en el 93 por ciento es posible reconocer al agresor. 

“Esto no es un asunto de lo rural y de la amazonía, seguramente está pasando en otras partes del país, en la costa, en la sierra, en Lima, a la vuelta de la esquina, es importante comprender la magnitud de esto”, precisa Mujica.

UN HOMBRE NO VIOLA

Para Jeannette Llaja, directora de Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Demus), estas cifras de Promsex son graves y evidencian la falta de información que tenemos a nivel nacional sobre violaciones sexuales que son muchísimas más que las denuncias que se reciben a nivel del sistema de justicia.

“Pese al bajo nivel de denuncias ante el Poder Judicial, somos el país con la mayor tasa de denuncias de América del Sur. Si todas las mujeres denunciaran, no habría sistema de justicia con capacidad de albergarlas. Es un tema que debe priorizarse a nivel nacional, por lo que hemos emprendido la campaña ‘Un hombre no viola’”. 

La dirigente feminista calificó de importante la investigación en una zona de la selva, pues dijo que es contraria a ciertos estereotipos que atribuyen a las mujeres de dicha región una sexualidad libre desde temprana edad.

“El estudio evidencia que las mujeres fueron violentadas sexualmente y que sus inicios sexuales están relacionados a este delito, no podemos hablar de libertad si es que hay tanto abuso sexual. Este dato es importante en una zona donde se suele justificar las violaciones sexuales, incluso de niñas de 11 y 12 años, aludiendo que es culturalmente aceptado tener relaciones sexuales con menores. Representantes de Demus han escuchado este discurso en magistrados de la zona, que dejan impunes a los violadores”.

Llaja hizo un llamado a la reflexión ante esta situación de violencia, donde el 56 por ciento de adolescentes quedan embarazadas.

“En estos casos se trata de adolescentes a las que violentaron sus agresores, pero que reciben una segunda agresión de parte del Estado, que no les da ninguna posibilidad de defenderse en zonas donde los servicios de salud son casi inexistentes”.

INDIFERENCIA

Es alarmante la indiferencia de la administración de justicia en los casos de abusos de género. De primera instancia nadie les cree a las mujeres que han sido víctimas de violación. “El sistema de justicia expulsa a las mujeres, no las respalda, al contrario las trata como si estuvieran mintiendo, inclusive las preguntas son absurdas, pues interfiere con su vida sexual”, dijo Jeannette Llaja.

Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2011, una de cada diez mujeres que ha sido violada por su pareja, recibe un trato “especial” durante el proceso judicial. Son citadas muchas veces y si en alguna oportunidad se equivocan en la fecha en que fueron violadas, la denuncia es descartada. 

NO LES CREEN

Por lo general las violaciones suceden dentro de la casa y son reiterativas. Los violadores son los padres, tíos, hermanos y para demostrar la culpabilidad también se deberá presentar pruebas físicas. “Si un padre viola a su hija desde hace 4 años y en los últimos 2 meses no la violó. ¿Qué tipos de pruebas se debe presentar? sobre todo cuando la madre protege al agresor”, refirió.

Los jueces consideran como prueba válida el examen ginecológico, sobre todo el estado del himen. Si la mujer no es virgen y fue violada, la acusación no es creíble. 

Las reparaciones son una burla, en el caso de menores de edad les pagan entre 3 mil a 10 mil soles, y en el caso de las mayores de edad, el monto está por debajo del mínimo (3 mil soles).

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