Janet (14) buscó trabajo y cayó en la red. Querer salir de la pobreza empujó a una adolescente a buscar trabajo y cayó en una red de trata en Mala. Por más de 20 días tuvo que soportar, obligada, las noches en un night club.
El olor a torrejas y el sopor de la tierra caliente eran bien conocidos para Janet S. A. B. (14), arriba, en lo más alto de uno de los cerros de Huaycán, en Ate Vitarte. Hastiada de compartir la estrechez, junto a otras cinco pequeñas bocas de igual registro sanguíneo, y el dolor en el vientre cuando las tripas suenan, buscó refugio en amigos ocasionales que le enseñaron eso que llaman diversión. Pero esas alegrías momentáneas no lograron alejarla de la necesidad.
Un trabajo y dinero, pensó, eran lo único que ayudarían en casa a respirar algo más que polvareda y tristezas. Buscó entonces alguna labor remunerada en el único lugar que era bien conocido por ella. Bajó de su carcomido cerro directo a la agencia de empleo que le quedó más cercana. De esas que abundan en la avenida José Carlos Mariátegui, en Huaycán. Allí un sujeto de amplia sonrisa le ofreció el cielo. Con cero experiencia había conseguido el primer empleo de su vida y era fácil. Solo tendría que vender cervezas en la barra de una cantina y por cada botella vendida recibiría una ficha. A más fichas, más dinero. Como el trabajo era de noche tendría que dormir allí. Entonces, comenzó la cadena de mentiras que la llevarían a conocer el rostro más vil del ser humano.
A su madre Esperanza V. B. B. (38) le dijo que trabajaría en una casa “cama adentro” de Puente Nuevo y que sería una ayuda para todos. Era una boca menos, una preocupación menos, más espacio en la cama para sus hermanos y, a fin de mes, llegaría con un sueldo. No había mucho que pensar. Entonces, la ayudó a guardar algunas prendas en una bolsita y la dejó partir. Como no quería ir sola, Janet le pidió a su amiga “Mariela” (15), una ayacuchana novata en Lima, que la acompañe. Sin explicarle mucho partieron a la noche de Mala.
Noches de horror
Al llegar, una amable señora de nombre Sonia Pérez Gonzales, otrora prostituta, las recibió como una madre y se sintieron seguras. Pero en la noche comprendieron lo que era ser una “fichera”. Después de vender las cervezas debían sentarse al lado de los aquellos que iban en busca de alcohol y placer. Sujetos que en su mayoría eran extranjeros de origen asiático. Después de eso, tendrían que soportar los besos, caricias, arrumacos y más. Nada de llamar a casa, ni de renunciar. Ante cualquier indicio de retroceso, los ojos de un anónimo vigilante las hacía aguantar. Solo contaban los minutos para que la luna se oculte y en las primeras horas de la mañana puedan salir a dar una vuelta al parque o al Internet, acompañada de este sujeto. Así fueron los casi 20 días que Janet y “Mariela” (cuyo nombre guardamos en reserva a pedido suyo).
Ese presentimiento de madre que nunca falla y una llamada telefónica le advirtieron que su niña no estaba en ninguna casa trabajando de empleada doméstica sino en un “night club” de mala muerte, en un burdel con fachada de cantina.
Tras buscarla durante algunos días, el hermano de Janet la encontró y tras la amenaza de denunciar a Sonia y los otros ante la Policía, las soltaron.
Verdaderos medios
En un castellano masticado, más por la timidez y la vergüenza, que por su evidente dejo de quechuahablante, “Mariela” dice que ya no volvería a Mala. Esa experiencia le costó su hogar. Sus padres la botaron de casa por la vergüenza y ahora vive en casa de una tía, en el mismo cerro carcomido de Huaycán. Calladita, cabizbaja, la encontramos jugando como la niña que aún es y nos contó esa experiencia que prefiere olvidar.
–¿Había otras chicas en el bar?–
Eramos 17, todas de Huaycán.
–¿Te pagaron? –
No me dieron nada.
–¿Mayores de edad?–
No, todas éramos de la misma edad. De 14 y 15 años.
–¿Los clientes eran peruanos?–
No. La mayoría eran chinos.
–¿Qué tenías que hacer?–
Era “fichera”, pero me dijeron que me sentara con los clientes. Y claro, le dejaron entrever que debía ser amable. Muy amable.
En el caso de “Mariela”, ella asegura que jamás cruzó la puerta ni se fue con los clientes a quien sabe dónde. Pero algunas de las chicas con las que compartió las cuatro camas en esas semanas que cayó en la miseria, sí lo hicieron y regresaban estrujadas y con olor a alcohol.
Rescatada
¿Qué paso con Janet?.
Siguió con rumbo desconocido, mientras su madre buscaba en el cielo la respuesta de su destino. Pero la noche del jueves apareció con ganas de olvidar el night club de Mala, con ganas de volver a sonreír y de ser la niña de antes... la que soñaba despierta con el vestido nuevo para su cercano quinceañero. Ahora Janet, gracias a la intervención de la ONG Capital Humano y Social Alternativo (CHS) y al Ministerio de la Mujer (Mimdes), ingresó a un albergue en algún lugar de Lima. Tiene que hacerlo para encontrar la paz que perdió en sus malas noches de “fichera” y para que evitar que esos desconocidos que amenazaron a su madre dejen de buscarla.
Unas llamadas a su celular, más llamadas a casa, la hacen temer por sus hermanos menores. Callada, tímida, con mucho miedo, pero de manera voluntaria, salió de casa otra vez, pero ahora para encontrar un nuevo camino. Para empezar de nuevo. Y para volver a sonreír y recuperar a esa niña que trataron de destruir esas noches en el bar de Mala, en las que conoció en carne propia lo que es ser una víctima de trata de personas con fines de explotación sexual.
Claves
¿Qués es?
La trata de personas es considerada una forma moderna de esclavitud bajo diversas modalidades de organización delictiva. Anteriormente, se le conocía como trata de blancas.
Protocolo
El “Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños”, es también conocido como el Protocolo de Palermo. Es un documento de las NNUU.
Análisis
La trata en Perú va ganando experiencia
Andrea Querol Directora De la ong CHS alternativo
El problema de la trata existe desde hace muchísimo, pero ha sido la firma de Perú en el protocolo de Palermo lo que ha generado un interés mayor de los distintos estratos políticos y lo ha visibilizado. Incluso la Policía Nacional ha creado una nueva división de trata de personas, con la que se ha podido hacer operativos y rescatar víctimas. Hay avances pero creemos que hay un subregistro de esta situación. Respecto a los casos, a nivel nacional, la mayoría son de trata interna (desplazamientos dentro del país de zonas de extrema pobreza, de zonas marginales a zonas urbanas o periurbanas). Esa es la mayoría. Hemos pasado de 25 casos en el 2005 a 405 víctimas. Por lo general, la mayoría tiene fines de explotación sexual. Definitivamente, este es un negocio que rinde, enormemente, incluso más que el propio narcotráfico, y eso lo saben los traficantes.
La trata de personas está ubicada en el segundo lugar, después del narcotráfico, en el ranking del crimen organizado de todo el mundo. En el Perú pensamos que es un negocio que va agarrando experiencia pero no hay cálculos explícitos respecto a esto.Penas para los tratantes1Según el artículo 153 del Código Penal, “el que promueve, favorece, financia o facilita la captación, transporte, traslado, acogida, recepción de otro, en el Perú o para su salida o entrada al país recurriendo a la violencia o la amenaza u otra forma de coacción, (...) con fines de explotación sexual, servidumbre, esclavitud, (...) será reprimido con una pena privativa de libertad no menor de ocho ni mayor de quince años. Pero en nuestro país solo hay cuatro personas con sentencia efectiva, mientras que unas 80 se encuentran detenidas. La mayoría de ellas son mujeres. Por el caso de Janet fueron denunciados, supuestamente, por conformar una red de trata: José Luis Fernández Ruiz, Guido Enrique Concha Concha y Sonia Pérez Gonzales.
Consuelo Alonzo C. - Diario La República
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