Aparenta ser una inmensa “carretera” marrón. Sinuosa y devastadora se extiende por decenas de kilómetros en lo más profundo de la selva de Madre de Dios. Uno de los sectores más afectados es la Reserva Nacional de Tambopata, punto de constantes megaoperativos para acabar con la minería ilegal; sin embargo, el azote en “La Pampa” no cesa.
La vista desde los helicópteros de la Policía Nacional del Perú (PNP) y de la Fuerza Aérea (FAP) es completamente desalentadora. Pese a que los campamentos son destruidos cada cierto tiempo, los mineros, peones y comerciantes siempre regresan. La fiebre del oro mueve a la masa.
La desértica zona recibe a los visitantes con un panorama desoladores. Árboles al borde de la muerte, profundos hoyos llenos de agua contaminada de cianuro y mercurio y cocinas improvisadas que usan ese líquido para cocinar y alimentar a mineros, mujeres y niños.
En los últimos años se ha contabilizado unas 60 000 hectáreas depredadas a causa de esta actividad ilegal.
La última interdicción del año
Esta zona es punto de una gran cantidad de interdicciones. La última de este año, ejecutada en los sectores Mega 15 y Mega 16, se realizó el pasado 15 de diciembre y movilizó a 1020 agentes de la PNP, y provocó la huida de quienes laboraban en La Pampa. Aunque algunos se quedaron.
Uno de ellos era Esteban Chire Larico quien llegó a La Pampa para trabajar como peón hace ya varios años. Sus ganancias pueden ir desde los 40 hasta los 70 soles diarios y, en ciertas ocasiones, trabaja varios días sin ganar nada, asegura.
Con los pies empapados en lodo, las manos resecas y una pequeña gorra que hace poco para protegerlo de los más de 40 grados de temperatura, Gian Rafael Tapullima, quien no tiene más de 22 años, detalló que la necesidad provocó que ingrese a la minería ilegal.
Ello pese a que un tiempo estudió nada menos que ingeniería ambiental. Su padre, quien laboraba en La Pampa, sufrió un accidente y perdió todo el sustento económico que tenía.
“Yo sé que esto afecta el medio ambiente pero qué más voy a hacer si no estoy aquí”, detalla, mientras se intenta quitar el barro de las manos, sin éxito. “No hay prostitución. Los bares son el principal problema pero acá trabajamos casi todo el día para llegar a casa con algo”, agregó.
"Trabajo para 30 000 familias"
Como ellos, un aproximado de 30 000 familias se encuentran cerca o dentro de la zona de amortiguamiento de esta reserva natural. Todas están involucradas, de alguna forma, con la minería ilegal. Pero también se encuentran otros delitos, como la trata de personas.
Así comenta el general EP en retiro César Sierra, asesor en Operaciones de Interdicción del Alto Comisionado en Asuntos de Minería Ilegal de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), entidad que supervisó este megaoperativo así como la interdicción en la zona de “Setapo”, en la reserva comunal de Amarakaeri.
Esta área protegida ha sufrido la devastación de al menos 11 de sus hectáreas en apenas un año, principalmente en las zonas de "Setapo" y "Siete diablos". Si bien en este último sector no se pudo ejecutar el operativo de este año por condiciones climáticas, se espera que el próximo año se ejecuten interdicciones.
En todos estos lugares se encuentran hostales improvisados y ambientes antihigiénicos. Las autoridades aseguran que, pese a que no se registraron casos de trata en las últimas intervenciones, este delito continúa activo y afecta a decenas de menores de edad.
El "éxodo" de las familias
El insoportable calor no detenía su paso. Colchones, botellas de agua, cocinas, frazadas y demás. Con todo ello cargaban los comerciantes tras la llegada de los efectivos policiales y fiscales, quienes posteriormente aprobaron la orden para destruir los campamentos ilegales.
Metros detrás de ella está Lizbeth Huamán, de apenas 22 años, quien llora desconsoladamente con su bebé en brazos mientras los agentes le piden que desaloje el campamento.
“Recién he llegado hace unos días. Solo vendo abarrotes, por favor no destruyan mis cosas”, rogaba, sin esperanzas, a las autoridades, mientras las detonaciones retumbaban en La Pampa.
“Es lógico que las personas se resistan y descarten que que existan casos de trata pero tenemos cifras reales de que esto existe”, afirma el coronel Sierra. “Queremos darles alternativas pero en muchos casos no las aceptan y son reincidentes”, añade.
Según el representante de la PCM, el 80% de las personas que trabajan en esta zona provienen de regiones distintas a Madre de Dios, como Cusco y Puno.
Datos
- En la primera jornada, agentes de la PNP y FAP destruyeron 86 campamentos, 25 motores, 30 tolvas, 37 balsas, 5100 metros de manguera y demás materiales en “La Pampa”.
- Tras el operativo en “Setapo” se destruyeron 12 bolsas colchoneras, 14 motores, 60 galones de combustible, 50 metros de PVC, 10 bombas de succión y demás materiales.
- El monto total destruido está valorizado en S/. 10 336 474.
- En el año se han ejecutado 26 megaoperativos en esta zona del país.
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