Editorial N° 243: LAS NIÑAS JUEGAN EN DESVENTAJA

Jimenita tenía 11 años cuando asistía a unas “vacaciones útiles” de verano en una comisaría local. Un día, sus sueños, sus risas, su futuro y su vida, le fueron brutalmente arrebatados. Hoy, nueve meses después de su muerte, su asesino sigue sin recibir una condena.
Cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña. Contrario al popular “Día del niño”, que el comercio y la publicidad nos venden como una fecha de celebración, regalos y diversión, el Día Internacional de la Niña precisa otro tipo de atención. Según la ONU, el objetivo de esta fecha es reconocer los derechos de las niñas y los problemas excepcionales que ellas confrontan en todo el mundo.
Por un lado, es un recordatorio para felicitar y continuar empoderando a las niñas de nuestra comunidad. Es fundamental valorarlas como son, alentarlas a seguir luchando por sus sueños y a combatir las desigualdades. Pero, por otro lado, nos toca reflexionar: ¿estamos generando una sociedad en la que todas las niñas del Perú pueden crecer protegidas y ser libres para aprender, jugar, reír, escoger su futuro, decidir quiénes son y qué quieren para su vida?
Parece ser que no: las niñas juegan en desventaja a la hora de invertir tiempo en su propio desarrollo, ya que, muchas de ellas son educadas para que puedan asumir el papel de cuidadoras del hogar, sobre todo en el cuidado de los hermanos/as más pequeños/as, ancianos/as y personas enfermas, así como a contribuir a las tareas del hogar. Además, las niñas están más expuestas a factores que les impiden desarrollarse libremente y son mucho más vulnerables a ser víctimas de violencia, sobre todo sexual.
La violencia sexual hacia las niñas puede darse desde proposiciones sexuales por parte de adultos en las redes sociales, abuso sexual (1 de cada 10 niñas de todo el mundo ha sufrido abuso sexual) hasta la violación sexual (de las 4,090 denuncias el 92% de las víctimas son niñas), la explotación sexual sistemática o la trata de personas (1 de cada 3 víctimas de trata es una niña).
Sin embargo, muchas veces esa violencia es invisibilizada. Movimientos como el reciente #MeToo (o “Yo también”) demuestran que muchas mujeres guardaron silencio durante años sobre casos de violencia sexual en su niñez o juventud antes de tomar el valor para denunciar de manera pública.
Por otro lado, incluso cuando la víctima presenta la denuncia formal ante las autoridades, el sistema de protección fracasa una y otra vez en su labor. En el año 2017 las Demuna recibieron 3,244 casos de violencia en general y los Centros de Emergencia Mujer: 6593 casos de niños/as de 0 a 18 años por agresiones sexuales. Es alarmante imaginar la cantidad de casos no reportados, y más alarmante aún adivinar cuántos casos podrán concluir en una sentencia.
Cuando las denuncias llegan al sistema de administración de justicia es muy difícil que el caso pase por todas las fases del proceso judicial para llegar a juicio y sentenciar al agresor. Constantemente muchos casos se caen por falta de pruebas, o incapacidad para recogerlas adecuadamente, por ejemplo, en los casos de abuso sexual dónde el testimonio de la niña es la prueba principal para sostener el caso. No hay especialización de la Policía, de Medicina Legal o de la Fiscalía para recoger el testimonio y que tenga valor de prueba anticipada.
Resultado de todo esto es la indignante impunidad del agresor, casos como el de María Jimena “Jimenita” son extremadamente graves por el mensaje que le envían a la sociedad. Este caso ocurrió el 1 de febrero de 2018: una niña de 11 años de San Juan de Lurigancho fue secuestrada, violada y asesinada por Cesar Augusto Alva (37 años) quién se declaró culpable ante la PNP y la Fiscalía.
A pesar de que existen pruebas contundentes para sostener el juicio (la declaración de culpabilidad y los videos en los que se ve cómo se lleva a María Jimena) y que se le acusa de los delitos más graves (violación de menor seguida de muerte que son castigados con la pena máxima de cadena perpetua), Cesar Alva aún no recibe condena. Sin embargo, el Segundo Juzgado Penal de San Juan de Lurigancho amplió por nueve meses más la prisión preventiva contra el asesino de María Jimena, pues en noviembre se vencía el plazo de la primera medida.
Casos tan graves como el de Jimenita son extremadamente graves por el mensaje que le envían a la sociedad: que en este país la justicia no existe para las niñas. Por ello, es imperativo mejorar el sistema de protección desde la prevención hasta la judicialización de casos y tomar medidas urgentes como:
  • Desde la escuela dar una formación afectivo – sexual, una educación con enfoque de género para niños y niñas.
  • Capacitar a los docentes y el personal que está cerca de los niños/as para detectar casos de violencia sexual.
  • Por el incremento de los riesgos en internet (sobre todo el grooming) es importante tener controles que regulen el acceso a las redes sociales a los menores de 14 años y entrenar a los jóvenes entre 14 y 18 en prevenir los riesgos en el entorno online.
  • Los servicios de atención han de incluir entrenamiento y protocolos con herramientas específicas para atender a NNA víctimas de violencia sexual.
  • Establecer protocolos intersectoriales de coordinación entre los servicios a nivel regional.
  • Formar a los policías, fiscalía y poder judicial en violencia hacia los NNA, desde cómo el estado de Shock afecta a sus testimonios hasta la inclusión del enfoque de género.

Fuente:
  • Unicef
  • Instituto Nacional de Estadística e Informática
  • Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público 2014

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